miércoles, 1 de febrero de 2012

Sandro Rosell o la facilidad congénita para meter la pata

Desconozco la gestión económica que Sandro Rosell está desarrollando al mando del Fútbol Club Barcelona. Como aficionado, lo que me importa es lo deportivo, y en este plano Rosell se encontró todo el trabajo hecho. Fue su antecesor en la presidencia, Joan Laporta, el que se la jugó apostando por Pep Guardiola y el envite le salió de maravilla. Y digo que Laporta se la jugó porque Guardiola apenas tenía experiencia como entrenador cuando tomó las riendas del Barça. Hoy, en cambio, se puede decir alto y claro que el técnico azulgrana es el responsable de la mejor etapa en la historia del club. Por lo tanto, Rosell no ha hecho más que seguir recogiendo los frutos de la obra de Guardiola.

El actual presidente tomó posesión del cargo el 1 de julio de 2010, con lo que ni siquiera intervino en el fichaje de David Villa, operación debida a la anterior directiva. Y en cuanto a lo hecho por Rosell hasta ahora para la sección de fútbol, lo más destacable es la incorporación de Cesc Fàbregas, pero no debe olvidarse la millonada que se desembolsó por un futbolista que, por muy bueno que sea y muy bien que esté jugando, al fin y al cabo se formó en La Masía. No, Rosell no tiene todavía méritos propios a los que agarrarse.

Lo que sí está demostrando el presidente blaugrana es una facilidad innata para meter la pata al hablar, cuando lo realmente sencillo es ser prudente y no meterse en jardines. Lo ha hecho en numerosas ocasiones. Por ejemplo, cuando dijo aquello de que apostaba por un 5-0 a favor del Barça en la final de Copa contra el Madrid "para no perder la costumbre".
¿No pudo haber dicho algo menos presuntuoso? Algo como 'apuesto por el Barça porque es mi equipo, pongo un 2-0 en la porra'.

Otra declaración impropia de un presidente fue lo del "baño" dado a los madridistas en el último clásico en la Liga. Con lo fácil que hubiera sido responder que su equipo hizo un gran partido y que estaba orgulloso de los jugadores. ¿Y lo de que nunca ficharía a Mourinho?
¿Pero no sería mejor afirmar que prefiere el fútbol ofensivo y no alardear de que nunca ficharía a éste o aquél?

Ahora, Rosell ha salido con lo de los arbitrajes, una excusa infantil más propia del entrenador que, según nos contó, nunca ficharía. Un pretexto que siempre hemos denunciado en este blog y vamos a seguir haciéndolo, sea quien sea el que lo aduzca. Si Rosell va a copiar la estrategia a Mourinho, lo mejor para el Barça será que no ofrezca ruedas de prensa.

No puedes quejarte de los arbitrajes cuando la realidad es que en determinadas ocasiones el equipo no da la talla, bien por no jugar como solía o bien por no mostrar acierto de cara a puerta. Y aunque sea verdad que algunos arbitrajes han perjudicado al Barcelona, como ocurrió con el penalti no señalado después de que un jugador del Espanyol evitara con su mano que el balón se colara en su portería, también lo es que el Barça pudo haber matado el partido antes de dejarse empatar.



Si Rosell se refiere a que los árbitros perjudican al Barça poniendo el caso del juego violento y marrullero del madridista Pepe, no se entiende entonces por qué el club no denunció la agresión sufrida por Messi ante el comité de competición. También es verdad que debió haber actuado de oficio el comité, que es lo que hubiera ocurrido en cualquier competición civilizada. Rosell puede quejarse del pasotismo del comité, pero la acción del descerebrado Pepe no tiene ninguna relación con el hecho de que el Barça esté a siete puntos del Madrid en la Liga.


El Barça debe pensar en positivo: está vivo en las tres competiciones y tiene una plantilla de gran calidad dirigida por un magnífico entrenador, que a buen seguro le permitirá luchar hasta el final. En lugar de recordar los arbitrajes, lo que tiene que hacer es mostrar siempre el fútbol que lo ha convertido en un equipo legendario y cuidar el bienestar de sus futbolistas, muchos de ellos afectados por la plaga de lesiones.

Rosell no tiene el rollo independentista catalán de Laporta, y eso le ha permitido caer bien a mucha gente. Pero esa corrección política no avala su gestión. Y, desde luego, tampoco lo harán sus constantes meteduras de pata.







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